En ocasiones el alma siente que ha encontrado una paz y una felicidad convincente practicando alguna religión, adoptando una filosofía o persiguiendo un ideal artístico o intelectual. Pero siempre una avasallante inquietud viene a mostrar que aquella religión no es la adecuada o e insuficiente; que aquella filosofía teórica resulta un apoyo inútil; o aquel ideal que el creyente construyó durante muchos años, cae destrozado a sus pies en un instante. ¿No existe una manera de escapar de la pena y del dolor? ¿Acaso la felicidad, la prosperidad y una paz permanentes, son tan sólo sueños inalcanzables? Existe una manera —nos dice James Allen— en que el mal puede desterrarse para siempre. Existe un proceso mediante el cual la enfermedad y la pobreza, así como cualquier situación o circunstancia adversa, pueden apartarse de nuestro lado para no regresar más. Existe un método con el que puede asegurarse una prosperidad permanente, sin que regrese la adversidad. También existe una práctica con la que podemos alcanzar y compartir una continua e infinita paz y dicha.
citas del libro
La inquietud, el dolor y la pena son las sombras de la vida. No hay un solo corazón en todo el mundo que no haya sentido el aguijón del dolor, ninguna mente se ha librado de caer en las oscuras aguas del problema, no hay ojo que no haya llorado ardientes y cegadoras lágrimas de indecible angustia.
Lo que eres, eso es tu mundo. Todo en el universo es resuelto en tu experiencia interna. Importa poco lo que hay afuera, ya que es un reflejo de tu propio estado de consciencia.
Habiendo visto y comprendido que el mal es sólo una sombra pasajera, proyectada por el yo, a través de la trascendente Forma del Bien Eterno, y que el mundo es un espejo donde cada uno ve el reflejo de sí mismo, ahora ascendemos, con paso fácil y firme, al plano de la percepción donde se lleva a cabo la Visión de la Ley.
Las fuerzas más poderosas en el universo son las fuerzas silenciosas; y de acuerdo con la intensidad de su poder una fuerza se vuelve benéfica cuando está correctamente dirigida, y destructiva cuando se la emplea equivocadamente.
Entre más pronto nos demos cuenta y reconozcamos que la enfermedad—lejos de ser la intervención arbitraria de un Dios ofendido, o la prueba de una Providencia necia—es el resultado de nuestro error o pecado, más pronto entraremos el camino de la salud.
Muy grande es la sed de felicidad, e igualmente grande es la falta de felicidad. La mayoría de los pobres desean riquezas, creyendo que su posesión les traerá felicidad suprema y duradera.
Muchos ricos, habiendo satisfecho cada deseo y capricho, sufren de hartazgo y aburrimiento, y están más lejos de poseer la felicidad que los más pobres.
La meditación Espiritual es el camino a la Divinidad. Es la escalera mística que va de la tierra al cielo, del error a la Verdad, del dolor a la paz. Todos los santos la han escalado; todos los pecadores tarde o temprano deben llegar a ella, y todos los exhaustos peregrinos que de la espalda al mundo y vuelve su rostro resueltamente hacia el Hogar del Padre, debe plantarse bien sobre sus escalones dorados. Sin su ayuda no puedes crecer hacia el estado divino, la semejanza divina, y las perdurables glorias e impolutas alegrías de la Verdad permanecerán ocultas para ti.
En el campo de batalla del alma humana, dos maestros luchan siempre por la corona de la supremacía, por el reinado y dominio del corazón; el maestro Yo, también llamado el “Príncipe de este mundo”, y el maestro Verdad, también llamado Dios Padre. El maestro Yo es ese rebelde cuyas armas con la pasión, el orgullo, la avaricia, la vanidad, ser voluntarioso, todos instrumentos de la oscuridad; el maestro Verdad es ese gentil y humilde cuyas armas son la gentileza, la paciencia, la pureza el sacrificio, la humildad, y el amor, todos instrumentos de la Luz.
El mundo está lleno de hombres y mujeres que buscan placer, emoción, novedad; que buscan siempre ser divertidos o conmovidos hasta las lágrimas; que no buscan fuerza, estabilidad, y poder; sino que cortejan a la debilidad, y dedicados a dispersar cualquier poder que tengan.
Desde el principio de los tiempos, el hombre, a pesar de sus apetitos y deseos corporales, en medio de su aferrarse a cosas temporales y terrenas, ha estado siempre consciente intuitivamente de lo limitada, pasajera e ilusoria que es su existencia material, y en sus momentos lúcidos y silenciosos ha tratado de alcanzar una comprensión del Infinito, y ha vuelto la cara con aspiración llorosa a la tranquila Realidad del Corazón Eterno.
Magnifico libro, el precursor de los libros de autoayuda, muy inspirador
Feliz 2017